La Iglesia Católica suele elegir a un nuevo Papa entre sus cardenales, basándose en la prominencia de sus carreras y su prestigio profesional. Por ello, los candidatos suelen ser de edad avanzada, ya que la tradición indica que el pontífice suele ser mayor. Desde hace más de medio milenio no se elegía un Papa menor de 50 años; el último fue Benedicto XVI en 2005, quien tenía 78 años. En 2013, la elección de Papa Francisco ocurrió cuando tenía 76.
Para los años siguientes, cuando el pontífice empezó a tener 80 años, su salud empezó a deteriorarse, limitando sus actividades y generando especulaciones sobre quién podría sucederle. Aunque en teoría cualquier hombre católico puede ser elegido Papa, en la práctica el proceso recae en el Colegio de Cardenales, quienes tras varias rondas de votaciones seleccionan al nuevo líder de la Iglesia.
El proceso de elección, conocido como cónclave, se refleja en obras como la novela de Robert Harris, Conclave, o en la película de 2024 protagonizada por Ralph Fiennes. Este proceso, lleno de negociaciones y juegos políticos, suele contar con múltiples candidatos en la lucha, cuyos apoyos y alianzas se revelan solo tras varias votaciones.
Un candidato de continuidad
Durante su pontificado, el Papa Francisco mostró una visión liberal del mundo, promoviendo la acogida a los refugiados y apoyando movimientos progresistas como las bendiciones a parejas del mismo sexo, en contra de la postura tradicional de la Iglesia. También manifestó su apoyo a las uniones civiles y a la lucha contra el cambio climático.
Tras años de cambios en el Vaticano, es probable que los electores busquen un candidato de continuidad que siga en la misma línea. Entre los posibles futuros Papas progresistas sobresale el Card. Luis Antonio Tagle, arzobispo emérito de Manila, quien sería el primer Papa asiático y continuaría apoyando la modernización del lenguaje y las políticas de la Iglesia respecto a los católicos gays, divorciados y personas con hijos fuera del matrimonio. También figura en la terna el cardenal italiano Matteo Zuppi, con experiencia como enviado de paz y defensor de una Iglesia más acogedora para la comunidad LGBT.
Seguir a un Papa gordo con uno delgado
En la cultura italiana, existe un dicho: «Seguite sempre un papa grasso con sottile», que significa «siempre seguir a un Papa gordo con uno delgado». Aunque la expresión hace referencia a la apariencia física, en realidad sugiere que los cardenales deben optar por un candidato que produzca un cambio político en el Vaticano.
Esto puede traducirse en la elección de un perfil conservador. Un ejemplo sería el cardenal húngaro Peter Erdö, cercano al primer ministro Viktor Orbán, que opina en contra de dar asilo a refugiados y mantiene posturas duras sobre el divorcio y las bendiciones para matrimonios homosexuales. Otro candidato conservador destacado es el cardenal belga Willem Jacobus Eijk, considerado uno de los más tradicionales y crítico con las reformas liberales del Papa Francisco.
Pietro Parolin y otros posibles aspirantes
Otra opción es el cardenal Pietro Parolin, que desde hace 12 años ocupa el cargo de Secretario de Estado del Vaticano. Conocido por su postura moderada, ha sabido navegar en un escenario geopolítico cada vez más complejo. Según el libro El próximo Papa (2020), en el que se analizan los principales favoritos, actualmente hay al menos 19 potenciales candidatos, y el perfil del elegido puede variar dependiendo de las dinámicas internas del cónclave. La decisión se revela con el humo blanco en la chimenea de la Capilla Sixtina, cuando se anuncia la elección definitiva.
El rol del Papa en el mundo es sumamente influyente y tiene implicaciones profundas para la Iglesia Católica. Desde sus raíces, el pontífice es considerado la máxima autoridad en el cristianismo y su sucesión define en gran medida el rumbo de la Iglesia en los años venideros.
