Las 5 formas más dolorosas de morir en la antigua Roma

Historia
Italia

Los antiguos romanos crearon una sociedad altamente sofisticada, dejando un legado que aún se refleja en el arte, la arquitectura, la literatura y el derecho. Construyeron imponentes sistemas viales, desarrollaron un tipo de concreto y perfeccionaron arcos para sus puentes y acueductos, entre muchas otras innovaciones que transformaron el mundo. Sin embargo, su inventiva también se mostró en los métodos de ejecución y tortura, siendo la crucifixión, además de la más conocida, solo una de las maneras extremadamente dolorosas en que podían acabar con la vida de sus prisioneros.

La crucifixión, probablemente la forma de ejecución más emblemática de la antigua Roma, consistía en clavar con grandes clavos de siete pulgadas las muñecas del condenado en una cruz de madera, atravesando los nervios mediales, lo que provocaba un dolor insoportable y parálisis en las manos. Los pies también eran sujetados a la parte vertical del crucifijo, con las piernas dobladas para dificultar al condenado sostener su peso, lo que aumentaba la intensidad del sufrimiento.

Morir por crucifixión podía llevar desde pocos minutos hasta varios días. La asfixia progresiva, la pérdida de sangre, la falla de órganos o la irrupción en el sistema circulatorio eran las causas principales de muerte. El peso del cuerpo comenzaba a desgarrar los hombros, causando un dolor indescriptible. Esta brutal forma de ejecución era utilizada principalmente contra disidentes políticos, esclavos, piratas y otros considerados peligrosos por el Estado romano.

Otra forma de ejecución extremadamente violenta era la damnatio ad bestias, condena a las bestias. Estas muertes públicas tenían lugar en arenas y a menudo se combinaban con combates de gladiadores. Los animales usados incluían leopardos, osos, leones e incluso elefantes. La muerte a mordiscos o con garras afiladas de un animal salvaje era espantosa, pues el animal desgarraba extremidades o cabeza con una fuerza descomunal.

La cruda teatralización de estas ejecuciones alcanzó niveles aún más macabros, con escenarios elaborados y dispositivos complejos. Un ejemplo registrado por el geógrafo y historiador griego Estrabón describe cómo un bandido llamado Selurus fue ejecutado en el Foro durante el reinado de Augusto. Él vio cómo, en una brutal trampa, la plataforma en la que se encontraba se desplomó y lo arrojó a jaulas con bestias salvajes, quien fue destrozado en una escena que aún impacta.

Otra innovadora y sangrienta invención romana fue la rueda de la desgracia, basada en la antigua persa, conocida también como la Rueda de Santa Catalina. Durante el gobierno del emperador Cómodo, los romanos perfeccionaron este método con técnicas como atar a la víctima a la rueda y propinar golpes mortales, rompiendo huesos, o quemar el cuerpo con fuego o pinchos en la misma rueda. La leyenda atribuye la creación de esta máquina al emperador Maxencio para la mártir Santa Catalina, aunque su uso se prolongó en la historia por su crueldad.

El poena cullei fue otra forma de ejecución cruel, reservada principalmente para matar a parientes cercanos, como padres o abuelos. Consistía en introducir al condenado en un gran saco de cuero junto con animales vivos —como gallos, perros, serpientes y monos— y lanzarlo al agua. La muerte por ahogamiento combinaba la tortura del agua con la angustia de los animales luchando en condiciones de encierro y oscuridad extremas.

Quizá la forma más infame y dolorosa de morir en Roma fue lo que se conoció como la vela romana. Este método, que no era exclusivo de Roma pero adquirió prominencia durante el reinado de Nerón, consistía en vestir a la víctima con una túnica empapada en material inflamable, como aceite o brea, y prenderle fuego lentamente. En algunos casos, la víctima era atada a estacas y quemada viva. Después del gran incendio de Roma en el 64 d.C., Nerón culpó a los cristianos y los utilizó en un macabro espectáculo como antorchas humanas, según describe el historiador Tácito, quienes fueron quemados y usados como iluminación.

Estos métodos revelan la brutalidad extrema del sistema punitivo romano, que combinaba la cultura artística y arquitectónica con una sensibilidad morbosa por el sufrimiento y la tortura. La crueldad y la creatividad en las ejecuciones romanas permanecen como un testimonio de una civilización que, en muchos aspectos, dejó un legado admirable y, en otros, un oscuro recuerdo de violencia.

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