La lucha por los derechos civiles en Estados Unidos tiene en el boicot a los autobuses de Montgomery uno de sus momentos más emblemáticos, considerado por muchos como el inicio del movimiento en los años 60. Este evento despertó la atención mundial sobre el racismo institucionalizado en el sur del país, trajo un modelo de protesta pacífica y lanzó a la fama al joven líder Martin Luther King, Jr.
La narrativa simplificada que aprendemos en la escuela suele ser así: en 1954, en el caso histórico Brown contra la Junta de Educación, la NAACP (Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color) logró que la Corte Suprema invalidara la doctrina «separados pero iguales» que sustentaba la segregación racial desde 1896. En 1955, Rosa Parks, residente negra de Montgomery, se negó a ceder su asiento a un blanco y fue arrestada. Esto provocó que los habitantes negros de Montgomery, liderados por King, boicotearan el sistema de transporte del municipio. Finalmente, el ayuntamiento cedió y se desegregaron los autobuses.
Esta versión no está del todo equivocada: Parks fue arrestada, King se convirtió en líder, y los autobuses finalmente dejaron de segregarse. Pero omite la heroica labor de muchas personas dispuestas a arriesgar su libertad e incluso sus vidas para acabar con la segregación. También pasa por alto los esfuerzos de las autoridades blancas y de los ejecutivos de la compañía de autobuses por frenar este movimiento. La verdad más compleja del boicot de Montgomery es que se requirió un valor, una tenacidad y un trabajo en equipo mucho mayores de lo que se cree para remover las políticas racistas que dominaban el sur.
El boicot no fue espontáneo
Los líderes del movimiento por los derechos civiles en Montgomery ya trabajaban desde años antes para preparar la resistencia. La NAACP comenzó a explorar en 1951 formas de combatir la segregación en el transporte público intrastatal, tres años antes de que Brown fuera declarado inconstitucional. El abogado principal de la NAACP, Thurgood Marshall, ordenó a los capítulos locales que buscaran casos legales relacionados con la discriminación en el transporte, que sirvieran de base para desafiar la segregación.
Justo después de Brown, en junio de 1954, la NAACP encontró un caso en Columbia, Carolina del Sur, donde una conductora obligó a Sarah Mae Flemming a moverse del área blanca del autobús y la empujó en el estómago cuando intentó salir por la puerta delantera. Para cuando Rosa Parks fue arrestada, ese caso ya estaba en proceso judicial. En Montgomery, la Women’s Political Council (WPC), una organización que buscaba involucrar a las mujeres negras en política y activismo, también trabajaba en contra de la segregación en los autobuses. En 1954, la WPC ya había presentado varias quejas formalmente, incluyendo una carta de Jo Ann Robinson, que amenazaba con un boicot si no se terminaba la segregación y los abusos.
El acto de Rosa Parks no fue casualidad
Algunas versiones retratan a Rosa Parks como alguien que se negó a ceder su asiento por un impulso espontáneo, e incluso hay un mito extendido que dice que no quería levantarse porque le dolían los pies tras un largo día de trabajo. Sin embargo, Parks misma escribió en su autobiografía: «No estaba cansada físicamente… Lo que me cansó fue tener que seguir cediendo».
Este no fue su primer acto de activismo. Parks era una reconocida secretaria en la NAACP desde 1943, y aunque sabían que buscaban casos de prueba para desafiar la segregación en el transporte, ella no había pensado en ser arrestada ese día. La realidad es que otras personas ya habían sido arrestadas por resistirse a la segregación en los autobuses, como la presidenta de la WPC, Jo Ann Robinson, que citó más de 14 casos previos. Destacan casos como el de Viola White, arrestada en 1944, o Claudette Colvin, que fue detenida en 1955 pero fue considerada inadecuada para ser representante en un juicio debido a su edad y embarazo. Parks, con su estilo de vida respetable y de clase media, fue la candidata perfecta para impulsar esa causa.
La mujer que organizó el primer boicot
Jo Ann Robinson, presidenta de la WPC en 1955, es un nombre clave en la historia de este movimiento, aunque muchas veces pasa desapercibido. Cuando supo del arresto de Parks, Robinson puso en marcha un plan que sería decisivo. Escribió en su máquina de escribir en casa un panfleto, hizo 35,000 copias en la oficina del Alabama State College, donde trabajaba, y las distribuyó en secreto entre los miembros de la organización, en especial en las escuelas. Esa misma noche, se reunió con líderes religiosos para coordinar el boicot.
El plan inicial era hacer una protesta de un solo día, el 5 de diciembre de 1955, pero con el apoyo de la comunidad decidieron extenderla. Se formó la Montgomery Improvement Association (MIA), que coordinó la resistencia y contó con la participación activa de Robinson, quien también ayudó a redactar boletines y condujo en el sistema de transporte alternativo en coche compartido.
El boicot duró más de un año
El primer día del boicot, aunque iba a ser solo uno, en realidad supuso una movilización masiva. La mayoría de los negros en Montgomery dejaron de usar los autobuses, incluso algunos blancos se sumaron, en una muestra de solidaridad. La reunión en la iglesia, convocada por la MIA, fue masiva, con miles de asistentes que escucharon el discurso inaugural de Martin Luther King, Jr., en un momento en que enfrentaban condiciones adversas como el clima y amenazas de violencia.
El movimiento perseveró a pesar de los obstáculos: clima desfavorable, hostilidad abierta, amenazas y ataques. La determinación y el coraje de los participantes lograron que, en una votación unánime, la protesta pasara de un simple día a una resistencia indefinida. La Research and Education Institute señala que, originalmente prevista para un día, duró 381 días, logrando así uno de los hitos más grandes del movimiento por los derechos civiles.
¿King fue el iniciador del boicot?
No exactamente. Aunque hoy conocemos a Martin Luther King, Jr. como el rostro del movimiento, él no fue quien comenzó la protesta. En realidad, fue designado presidente de la MIA, pero inicialmente rechazó el cargo por su juventud e inexperiencia. Personas como Jo Ann Robinson y E.D. Nixon -presidente de la NAACP en Montgomery- insistieron en su liderazgo, y fue en la reunión posterior a la detención de Parks, cuando decidieron que él sería quien liderara el boicot.
Desde el principio, tanto Robinson como Nixon destacaron las cualidades de King, considerándolo alguien que podía unificar a la comunidad. Nixon, en una entrevista de 1979, contó que en agosto de 1955 había dicho: «Algún día lo colgaré de las estrellas». Parks también apoyó a King, afirmando que, aunque rechazaba el liderazgo al principio, era una persona energética y capaz.
Al principio, no pretendían des Segregar los autobuses
El objetivo inicial de la MIA era muy conservador: solo buscaban que las personas se sentaran en orden de llegada en asientos segregados, sin eliminar por completo la segregación. Se pedían cambios como que los conductores trataran con cortesía a todos los pasajeros, y que se contratara a conductores negros en rutas predominantemente negras. El plan no incluía la eliminación total de la segregación en los autobuses.
Tras varias negociaciones y un rechazo de los abogados de la compañía, en febrero de 1956, los activistas presentaron un recurso federal para desafiar la legalidad de las leyes segregacionistas. Este caso, Browder contra Gayle, sería clave para lograr la derrota definitiva de la segregación legal en Montgomery y en todo Alabama.
Rosa Parks no fue nombrada en la sentencia que derogó la segregación en los autobuses
El plan inicial de usar el caso de Parks para desafiar las leyes segregacionistas en la Corte Suprema tuvo problemas. La demora en obtener decisiones judiciales podía poner en riesgo el movimiento, y los abogados temían que los tribunales locales en Alabama no aceptaran la causa a nivel federal. Por eso, en febrero de 1956, presentaron un juicio en nombre de varias mujeres que resistieron la segregación en los autobuses, incluyendo a Aurelia Browder, Susie McDonald, Claudette Colvin y Mary Louise Smith. Este caso, Browder contra Gayle, fue crucial para que en diciembre de ese mismo año la Corte Suprema dictaminara que la segregación en los autobuses era inconstitucional.
No obstante, las autoridades blancas intentaron frenar el movimiento con artimañas. Los oficiales de Montgomery, en vez de aceptar el fallo, recurrieron a manipulación y hostigamiento a los activistas, incluso con acusaciones falsas, multas, amenazas y ataques físicos.
La lucha en los tribunales fue determinante
El entusiasmo y la valentía de los activistas movilizaron a la comunidad, pero en esa lucha legal también se jugó mucho. La MIA organizó una flota de autos compartidos, financiada por donaciones, que intentaba sustituir el transporte público. Por su parte, el sistema de carpool fue objeto de hostigamiento policial, multas y persecución judicial, incluyendo acusaciones falsas contra King, quien fue condenado y arrestado varias veces en los primeros meses. La victoria llegó en noviembre de 1956, cuando la Corte Suprema declaró inconstitucional la segregación en los autobuses, tras una larga batalla legal.
El rechazo y la violencia contra los activistas
Los líderes y participantes del boicot enfrentaron una fuerte respuesta de la comunidad blanca. La policía y otros oficiales hostigaron, amenazaron y agredieron a los activistas, incluso con violencia física y ataques a sus hogares. Fred Gray, abogado y activista, fue detenido en múltiples ocasiones, y la casa de Jo Ann Robinson fue alcanzada por un ataque con ácido. En enero de 1956, la detuvieron por supuestamente ir 5 millas por hora sobre el límite, y días después su casa fue bombardeada. Martín Luther King fue un blanco constante de amenazas y agresiones, y su muerte sigue rodeada de misterios. Finalmente, el boicot terminó oficialmente en diciembre de 1956, tras que la Corte Suprema ordenara la desegregación total en Montgomery. Sin embargo, en los días siguientes, hubo intentos de violencia, incluyendo ataques armados a autobuses y bombas en casas de activistas, así como numerosas detenciones y hostigamientos hasta bien entrados 1957.
Este movimiento monumental no solo logró un cambio legal, sino que también desafió y evidenció la brutalidad y resistencia de la comunidad negra frente al racismo estructural en Estados Unidos.