Si bien son uso es práctico, la aplicación de los husos horarios revela en ocasiones su artificialidad. En My Modern Met, Jessica Stewart señala lo extraño que resulta que países como Bielorrusia estén colocados de manera aleatoria una hora detrás de Lituania y Ucrania, que limitan con su norte y sur, y dos horas detrás de Polonia, su vecina directa al oeste. De manera similar, la geografía de Turquía y Argentina desmiente la idea de que los husos horarios reflejen una medición objetiva del tiempo.
Sería natural ahora preguntarse cómo llegamos a esto, pero antes de abordar los husos horarios internacionales, debemos remontarnos a los trenes y el siglo XIX, cuando la mayoría de los occidentales seguían el horario solar, una medición del tiempo basada en la posición relativa del sol. Piensa en un reloj de sol, que capta la luz y proyecta una sombra para indicar la hora. En términos prácticos, esto significaba que cada pueblo operaba bajo su propio tiempo solar, ya que su posición respecto al sol era única — el sol golpeaba cada reloj de sol de manera diferente, dependiendo de la geografía, lo que a su vez producía una hora individualizada.
Para la mayoría, esto no era un problema, ya que la diferencia horaria entre pueblos y aldeas cercanas era tan pequeña que nadie que viajara localmente le prestaba atención. Sin embargo, la llegada de la máquina de vapor significó que las personas podían viajar tan lejos y tan rápido que, como explicó el Dr. Ralph Harrington en Greycat, «las vías férreas trajeron un horario uniforme a Gran Bretaña y otros países por primera vez.» De lo contrario, la coordinación entre los horarios de trenes sería imposible.
Escalando la regulación horaria
El paso del tiempo ferroviario al sistema de husos horarios internacionales fue primero concebido en 1858 por Quirico Filopanti. Sin embargo, como señala World Timezone, las propuestas de Filopanti sobre los «días longitudinales», que dividían el planeta en 24 husos horarios por horas, no fueron entendidas hasta mucho después de su muerte, por lo que no se le puede atribuir la idea. En realidad, el crédito corresponde a Sir Sandford Flemming, un ingeniero y funcionario canadiense que, según la Enciclopedia Britannica, dedicó su retiro a promover la adopción de los husos horarios. Él sugirió este esquema durante la Conferencia de Greenwich en 1884, convocada para determinar un meridiano principal para uso internacional. Aunque no impusieron el sistema de Flemming, sí adoptaron un día global de 24 horas que comenzaba en el meridiano cero.
Para 1900, los países ya habían aceptado algún tipo de hora estandarizada para sus territorios y, para 1929, estas horas se organizaron aproximadamente en los husos horarios que conocemos hoy. El proceso finalizó en 1956, según el Nepali Times, cuando Nepal se coordinó a 5 horas y 45 minutos adelante del meridiano cero. Con un conocimiento de cómo la tecnología pasada exigió su creación, podemos, como sugiere un artículo de Quartz, considerar modificar aún más los husos horarios, para reflejar el ritmo atemporal de nuestra nueva tecnología definitoria: internet.