La Verdad Sobre Cupido

Historia
Grecia, Roma

Aunque a menudo se lamenta la comercialización del Día de San Valentín, esta celebración sigue honrando el amor en todas sus formas. Mientras buscas ese regalo perfecto, es probable que encuentres un adorable cupido con arco en una caja de chocolates o en las floretes de una tienda. Sin embargo, este pequeño símbolo del amor, aunque ahora decorativo, tuvo un significado mucho más profundo y relevante en el pasado.

La historia de Cupido comienza en la Antigua Grecia, donde la figura era altamente venerada. Para los griegos, Cupido no era solo un pequeño ángel adorable, sino el propio dios del amor, conocido como Eros. Como suele suceder con el panteón griego, los orígenes de Eros son difíciles de rastrear (Aphrodita y Ares son solo un par de las posibles parejas parentales), pero se sabe que wieldaba un arco, al igual que su equivalente romano. Además, su arco tenía el mismo potencial para causar travesuras mortales.

Según la historia, Eros poseía dos tipos de flechas: unas doradas y otras de plomo. Las flechas doradas podían hacer que su víctima se enamorara perdidamente, en línea con la función de Cupido, mientras que las de plomo provocaban emociones negativas muy fuertes. Los dioses del Olimpo, conocidos por su inclinación a jugar con los humanos, estaban muy familiarizados con estas travesuras, y Eros estaba perfectamente equipado para ello. Pero, ¿cómo pasó Eros a ser conocido como Cupido?

Cupido fue Eros para los antiguos griegos

La versión romana de Eros es conocida como Cupido, y, según Britannica, en la mitología romana, fue hijo de Venus y Mercurio (el equivalente romano de Hermes, el dios mensajero). Con su madre siendo la diosa del amor, el papel de Cupido quedó claro: su misión era difundir el mensaje del amor.

Los romanos a veces representaban a Cupido como un guerrero armado, pero la imagen más popular que ha perdurado hasta hoy es la del pequeño querubín con alas y arco.

Durante la era Victoriana en Gran Bretaña, los tarjetas de San Valentín se hicieron sumamente populares. Esto fue posible gracias a la producción en masa y a un sistema postal más rápido y accesible para todos. Las tarjetas variaban desde delicadas y recargadas de encajes hasta las llamadas «tarjetas de vinagre», que eran mensajes chocantes o insultantes—una muestra de que los victorianos, a veces, tenían un sentido del humor bastante travieso. Sin embargo, muchas de las tarjetas románticas mostraban a nimfas, hadas y, por supuesto, a Cupido, en su clásica forma de pequeño angelito con arco.

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