Durante la década de 1930, Adolf Hitler transformó Alemania en un estado fascista con el objetivo de consolidar el poder absoluto y reorganizar la cultura alemana según su propia visión. En su autobiografía «Mi lucha», escrita en prisión tras un fallido golpe de Estado en 1923, Hitler expuso que su ideología se basaba en la creencia de que el pueblo germánico, conocido como ario, era una raza biológica superior, cuya pureza racial era esencial para que el Estado prosperara. Partiendo de esta premisa, el líder nazi sostuvo que la población judía era inferior y que debía ser eliminada, lo que llevó a la masacre de 6 millones de judíos, aproximadamente dos tercios de la comunidad judía en Europa, para 1945.
El genocidio nazi fue alimentado por el antisemitismo ya existente en Alemania, que Hitler reforzó al apoyarse en las ideas de nacionalistas como Georg Ritter von Schönerer, quien abogaba por un Estado monocultural y predicaba el odio hacia los judíos. Tras la derrota en la Primera Guerra Mundial, muchos alemanes buscaban un chivo expiatorio, y Hitler supo aprovechar esa frustración. Sin embargo, no existía evidencia alguna que sustentara sus creencias. El líder de las SS, Heinrich Himmler, fue encargado de desarrollar un sistema de creencias que reescribiera la historia para ajustarse a los mitos que los nazis promovían. En su fervor maximalista, Himmler se volvió muy especulativo, abrazando el ocultismo y buscando artefactos legendarios para la causa nazi, incluido el Santo Grial, una copa supuestamente utilizada por Jesús, que habría adquirido un nuevo significado bajo los nazis.
Una nueva religión aria
En cuanto a la contribución de Alemania a las religiones del mundo, se suele hablar de Martín Lutero y la Reforma Protestante, o de la Ilustración Judía en el siglo XVIII. Pero en la era nazi, los dirigentes buscaban sustituir las prácticas religiosas tradicionales por una nueva cosmovisión que reflejara su idea de un Alemania aria.
Heinrich Himmler, jefe de las SS, se obsesionó con la creación de una religión ario. Consideraba que las SS, formadas por la élite alemana arios, podrían ser el núcleo de esta fé. Rechazando el cristianismo judeocristiano, Himmler recurrió al paganismo para diseñar rituales que resaltaran la supuesta conexión ancestral de los arios con la tierra alemana. La SS realizaba ceremonias solaristas, reviviendo los antiguos cultos al sol, y creó rituales de iniciación propios, además de ceremonias nupciales específicas para los miembros de la organización. Sin embargo, Himmler percibió que solo los rituales no bastarían para sostener una religión sólida, por lo que buscó fundamentos más profundos y complejos.
El Ahnenerbe
En 1935, Heinrich Himmler fundó la «Sociedad para el Estudio de la Historia de Ideas Primitivas Alemanas», conocida como Ahnenerbe. Esta organización funcionó como una máquina de propaganda arqueológica que pretendía demostrar la existencia de una raza aria ancestral en Alemania, además de promover la superioridad biológica de esta supuesta etnia.
La Ahnenerbe fue creada en colaboración con Herman Wirth, un académico germano-holandés conocido por convertir mitos en teorías fantasiosas sobre la identidad germánica. Wirth creía en la validez de un supuesto texto del siglo XIII que revelaba la existencia de la Atlántida, situada en el Mar del Norte antes de ser destruida por un洪水 devastador. Sostuvo que los sobrevivientes huyeron a regiones elevadas como el Tíbet, desde donde se dispersaron por Europa, impulsando campañas de exploración en esas áreas para hallar vestigios de los primeros arios posteriores a la Atlántida.
Una religión aria basada en el fringe histórico
La visión de Himmler sobre el misticismo llevó estas teorías aún más lejos. Aunque Wirth fue reemplazado en 1937 por Walther Wüst, quien fue menos controvertido, Himmler también mostró interés por el ocultismo de otra figura: Otto Rahn, un medievalista y cazador de tesoros que publicó «Cruzada contra el Grial». Rahn sostenía que los cátaros, reprimidos por la Iglesia Católica en la Inquisición española del siglo XIII, eran descendientes de antiguos druidas y portadores de una fe precristiana que reflejaba el arianismo que Himmler buscaba recuperar. Más aún, Rahn afirmaba que los cátaros custodiarían el Santo Grial, que lograron transportar desde su última fortaleza en Montségur, en el sur de Francia.
Himmler vio en la historia de Rahn una forma de conectar el Grial, símbolo cristiano, con un poder ario. Creía que mediante una interpretación particular de los textos bíblicos, Jesús mismo podía ser reinterpretado dentro de una nueva religión aria. En ese contexto, Himmler invitó a Rahn a unirse a la investigación de la Ahnenerbe, con la esperanza de encontrar el Grial y convertirlo en centro de un culto ario dentro de las SS.
La caída de Otto Rahn
Para la obra «Cruzada contra el Grial», Rahn viajó a Montségur, buscando en las catacumbas si los cátaros habrían escondido el Grial. También, se le encomendó buscar vestigios de la civilización aria en lugares como Islandia. En la Wewelsburg, castillo controlado por las SS, Himmler creó una «Sala del Grial» con la intención de convertir a las SS en los nuevos Caballeros de la Mesa Redonda. Sin embargo, Rahn, que era homosexual y de raíces judías, no fue un aliado natural de las SS y, tras publicar «El tribunal de Lucifer», fue apartado y convertido en guardia de un campo de concentración. Su cuerpo fue encontrado en 1939 en los Alpes austríacos, en un aparente suicidio, aunque algunos historiadores sospechan que fue asesinado por la SS.
La obsesión nazi por lo místico no terminó con Rahn. Heinrich Himmler, buscando símbolos que legitimen su ideología, intentó encontrar artefactos como el martillo de Thor en las leyendas nórdicas. En 1940, acudió a la Ahnenerbe para solicitar investigaciones sobre lugares donde pudiera existir la veneración del rayo y el martillo de Thor, creyendo que estos símbolos representaban conocimientos arcaicos de electricidad y guerra. En una carta, Himmler afirmó que estos elementos serían rastros de una tecnología primitiva que demostraba la supremacía de los dioses nórdicos. Además, en 1940, Himmler realizó una misión personal a Cataluña para buscar el Grail, pero a medida que avanzaba la Segunda Guerra Mundial, estas búsquedas ocultistas perdieron importancia, y las creencias en la superioridad aria se demostraron como basadas en falsedades y mitos inventados.