Cleopatra: Solo por su nombre, evoca una lluvia de imágenes exóticas y hechos históricos. Reina de Egipto, famosa por su belleza, increíblemente rica, amante de Marco Antonio — el general romano, no Marco Anthony, quien nos regaló esa balada de los años 90, «You Sang to Me». Pero analicemos cada una de esas ideas. La historia de Marco Antonio ha sido romanticizada desde hace mucho, gracias a la obra de Shakespeare de 1607, «Antonio y Cleopatra». ¿Y la riqueza? Bueno, ella era faraona, así que sí. Además, está esa historia de que disolvió la perla más grande del mundo en vinagre solo para hacer un punto. ¿Y su belleza? Esa es la parte más mítica de su historia.
A menudo se imagina que Cleopatra era de una belleza sobrehumana, sin duda reforzada por la interpretación de Elizabeth Taylor en 1963. Sin embargo, en los registros históricos, Cleopatra tenía una apariencia bastante diferente. Es importante recordar que no existían teléfonos con cámara en el siglo I a.C., cuando Cleopatra gobernaba el Reino Ptolemaico de Egipto, por lo que la gente debía confiar en retratos tradicionales para saber cómo era su gobernante: principalmente monedas. También, en menor medida, estatuas.
Mirando esas monedas y estatuas, podemos decir que el dinero puede compensar mucho. No estamos hablando de una bruja de pantano, pero es claro que las versiones sobre la belleza de Cleopatra se han exagerado con el tiempo. Un tesoro de monedas descubierto en 2007 — no el primero de su tipo — recordó que Cleopatra tenía una barbilla débil, nariz caída, boca despectiva y un aspecto poco atractivo. Esos son los hechos.
Cleopatra no era tan hermosa
Y, cito: «En realidad, se dice que su belleza no era tan extraordinaria que nadie pudiera compararse con ella, ni que alguien pudiera verla sin quedar impresionado, pero su presencia, su aura, si convivías con ella, era irresistible; la atracción de su persona, junto con su carisma en la conversación y su carácter, que acompañaba todo lo que decía o hacía, era algo hechizante.» Esta descripción de Cleopatra nos llega a través del historiador y filósofo griego del siglo I d.C., Plutarco, según la Universidad de Binghamton. Básicamente, una versión antigua de «No era tan bonita, bro, pero confía en nosotros, tiene una personalidad increíble.»
Y en efecto, todos los relatos indican que Cleopatra era una mujer astuta, muy educada, articulada, que manejaba el poder de su reino, casi al borde de la muerte, de la forma que podía. Pero, ¿bonita como la imaginan muchos? Los bustos de Cleopatra parecen más halagadores que sus monedas, lo cual es cierto, pero esas monedas muestran variaciones en sus rasgos faciales. Además, no hay garantía de que los grabadores o escultores hayan visto directamente a Cleopatra alguna vez. Sin embargo, las similitudes en las monedas permiten confirmar su apariencia básica.
De manera destacada, la dinastía macedonia de Cleopatra no se casaba fuera de la familia. Ella no terminó como esos Habsburgo con su famoso mentón, pero enfrentó un destino genético similar. Aunque, al menos, tuvo hijos con personas externas a su familia, como Julio César y Marco Antonio.
¿De dónde viene la imagen de belleza de la Cleopatra hermosa?
Entonces, ¿de dónde salió la idea errónea de la apariencia de Cleopatra? Por supuesto, los medios visuales del siglo XX influyen, desde Elizabeth Taylor en 1963 hasta la actriz muda Theda Bara en 1917, con su interpretación de la faraona. Antes de eso, existen varias representaciones de Cleopatra desde el siglo XVI, principalmente pinturas. En cada retrato, ella parece diferente, y con frecuencia su aspecto y vestimenta se ajustan más a los estándares de la época del artista que a los de Egipto en el siglo I a.C. Pero en ninguna imagen se le ve realmente fea. Porque, seamos honestos: ¿qué más podría esperar el artista que gustara al público?
Además, está esa fantasía moderna del «poder seductor a través del sexo» que encaja muy bien con las preferencias actuales. Middle East Eye señala a Plutarco como quien inició esta imagen, la cual también influye en cómo se retrata físicamente a Cleopatra. Plutarco, dirigido a un público romano, resaltaba cómo Cleopatra manipulaba a Marco Antonio y Julio César. Shakespeare tomó las ideas de Plutarco y las transformó en la obra de 1607 «Antonio y Cleopatra», que encanta a las audiencias con sus historias de amor y encanto.
Más allá de estos hechos básicos, es difícil trazar una línea directa desde Plutarco hasta 2025 y culparlo únicamente por esa creencia errónea en la belleza de Cleopatra — no en la era de internet, donde todo el conocimiento está a un clic. La visión del pasado a menudo se tiñe con el color del presente, y es especialmente difícil ver claramente a figuras tan grandiosas como Cleopatra. Por eso, afortunadamente, aún contamos con esas monedas para entender su verdadera apariencia.
