Cuando los Nazis llegaron al poder en Alemania en enero de 1933, liderados por Adolf Hitler y sus simpatizantes, rápidamente comenzaron a transformar la sociedad para reflejar su ideología fascista. Este proceso incluyó una fuerte represión cultural contra elementos considerados «degenerados», como el arte moderno, y la promoción de valores estéticos inspirados en el Imperio Romano. La exhibición de su poder imperial se manifestaba no solo en su discurso, sino también en el uso de saludos distintivos, en particular su propia versión del «¡Salve César!» romano: «Heil Hitler». Este saludo se complementaba con demostraciones de fuerza militar que sembraron terror en Europa y entre millones de inocentes que vivieron bajo la sombra del régimen nazi durante las décadas de 1930 y 1940.
Si bien la exhibición de poder ayudó a los nazis a convencer a muchas naciones de su fuerza, el uso de la frase «Heil Hitler» en todos los ámbitos, desde la calle hasta las Fuerzas Armadas, le daría a los Aliados una ventaja inesperada. La frase se convirtió en una constante en el día a día de los ciudadanos alemanes y en la jerga militar nazi. Sin embargo, esa misma expresión sería clave para que los aliados lograran descifrar la máquina enigma, un sistema de cifrado que impedía a los enemigos interceptar comunicaciones clasificadas y conocer secretos militares valiosos. Los expertos afirman que descifrar el código enigma aceleró el fin de la Segunda Guerra Mundial en aproximadamente dos años, salvando millones de vidas.
La importancia de descifrar el código Enigma
Cuando se habla de guerra, lo primero que suele venir a la mente son soldados y armas. Sin embargo, la inteligencia y la comunicación son también esenciales en cualquier acción militar, especialmente en conflictos de gran escala como la Segunda Guerra Mundial. Esto fue especialmente evidente durante la Batalla del Atlántico, la brutal guerra naval que comenzó en 1939 y finalizó en Europa en mayo de 1945.
Antes de que Estados Unidos entrara en la guerra en 1941, las potencias del Eje ya controlaban gran parte de Europa y habían expulsado a las fuerzas británicas de Francia. La evacuación de Dunkirk en la primavera de 1940 permitió que las fuerzas británicas escaparan de la captura, pero a partir de allí, Gran Bretaña quedó aislada ante la amenaza de una invasión alemana. La Batalla del Atlántico fue crucial, pues los submarinos alemanes U-Boat interceptaban las rutas comerciales británicas, destruyendo buques que venían de Canadá y Estados Unidos, con la intención de forzar la rendición del Reino Unido. El descifrado del código Enigma permitió a los Aliados obtener información vital sobre los ataques planeados y continuar la resistencia naval y terrestre.
Errores en las comunicaciones nazis
La máquina Enigma de los nazis fue uno de los sistemas de cifrado más sofisticados de la época. Desarrollada por el ingeniero alemán Arthur Scherbius, parecía una máquina de escribir bastante tosca, pero su funcionamiento era extremadamente complejo. Utilizaba rotores intercambiables y un tablero de conexiones, lo que generaba 103 sextillones de posibles combinaciones en cada mensaje, haciendo su descifrado un auténtico desafío.
No obstante, la inteligencia polaca logró descifrar una versión anterior del código en 1932, lo que sirvió de base para que los británicos crearan la Sección de Investigación de Enigma en Bletchley Park. Allí, un equipo de descifradores trabajaba sobre la creencia de que la frase «Heil Hitler» aparecería en cada mensaje, junto con datos recurrentes como las condiciones meteorológicas. La gran ruptura llegó con la invención de la Bombe, un dispositivo manual diseñado por Alan Turing, que simulaba los rotores de Enigma y podía probar distintas configuraciones de cifrado rápidamente. Gracias a ese trabajo, y a las operaciones de un grupo de mujeres conocidas como las Wrens, las fuerzas aliadas lograron descifrar cada día los mensajes enigma y obtener información crucial para ganar la guerra.