Stanley Kubrick, uno de los directores más influyentes y enigmáticos del cine, dejó una huella imborrable con sus obras maestras como «El Resplandor», «La naranja mecánica» y «2001: Odisea del espacio». Su estilo distintivo, que combinación tomas en seguimiento y una notable ausencia de música, lograba crear una atmósfera inquietante llena de tensión y suspenso. Estas características posicionaron a Kubrick como un cineasta que no solo innovaba en la narrativa visual, sino que también profundizaba en las emociones del espectador.
En cuanto a su carácter personal, las opiniones de los actores que trabajaron con él han sido variadas a lo largo de los años. Algunos, como Marie Windsor y James Earl Jones, le recordaban como un director tranquilo, seguro de sí mismo y confiado en su visión. Otros, como Richard Anderson, productor, entrenador de diálogo y actor, lo describieron como un perfeccionista excepcional, llegando a grabar hasta 84 tomas consecutivas para perfeccionar una escena. Esta metodología intensiva, aunque en ocasiones considerada como una forma de perfeccionismo extremo, a veces resultaba en una experiencia agotadora y emocionalmente dañina para los actores.
El trabajo en los sets de Kubrick podía causar traumas emocionales severos
Trabajar para Kubrick no siempre era una experiencia sencilla ni positiva. Tim Colceri, quien inicialmente interpretó al Sargento Hartman en «Full Metal Jacket», estuvo confinado durante un año en una habitación de hotel para evitar que se vinculara emocionalmente con el resto del elenco, en preparación para su papel. Aunque Colceri era un Marine con experiencia en Vietnam, no era un instructor de Tierra como R. Lee Ermey, asesor técnico de la película. La astucia de Ermey, que utilizó material de asesoramiento como una especie de audición tras varias negativas de Kubrick, logró convencer al director, mientras que Colceri se quedó con el papel del temido gunner de la puerta por su esfuerzo psíquicamente desafiante.
Por otro lado, Shelley Duvall sufrió heridas psicológicas aún más profundas. Kubrick la hizo repetir tomas hasta el agotamiento físico, llegando a extremos en los que incluso ordenaba a quienes estaban en el set que no mostraran ninguna empatía hacia ella. Este tratamiento durante las 56 semanas que duró la filmación de «El Resplandor» impactó profundamente en su salud mental, y aunque su entrevista de 2016 con el Dr. Phil no reflejaba completamente su estado, ella se convirtió en una figura cada vez más recluida tras su experiencia con Kubrick.