La historia del icónico cantante de los New York Dolls, David Johansen, está marcada por una mezcla de innovación, luchas internas y tragedias personales. Reconocido por su papel en la creación del sonido que influenció el punk rock, Johansen siempre mantuvo una actitud modesta, destacando la importancia de crear y experimentar en la música en lugar de buscar simplemente el éxito comercial.
En una entrevista con Uncut, Johansen expresó que no sentía orgullo por haber sido pionero en un género que luego sería explotado por otras bandas. «No tomo ningún orgullo arrogante en eso,» afirmó. «Lo escucho de otros pero simplemente pasa a través de mí… tuvimos que crear cosas.» Aunque fue una figura central en la escena musical de Nueva York en los años 70, Johansen también compartió las dificultades que enfrentaron, en especial aquellas que sintieron que no podían superar.
Una carrera llena de tragedias y luchas personales
La historia de Johansen está marcada por pérdidas, adicciones, sentimientos de incomprensión y problemas de salud. Una de las historias más trágicas ocurrió en los inicios de la banda, cuando un intento de conseguir un contrato discográfico se terminó en tragedia con la muerte del batería Billy Murcia, ahogado en circunstancias relacionadas con drogas y alcohol, justo cuando estaban a punto de triunfar.
Para Johansen, subir al escenario siempre fue una lucha. En una entrevista en 1981, confesó que, aunque se consideraba un cantante, no se veía como una estrella de rock: «Este es mi trabajo de toda la vida. Esto es lo que hago para ganarme la vida. Creo que cualquiera que se considere una estrella del rock está en problemas.» Su compañero Sylvain Sylvain también reveló que caminar por las calles de Nueva York para llegar a un concierto era una experiencia aterradora, y que incluso en el escenario, Johansen a menudo enfrentaba una batalla interna para actuar.
El álbum emblemático y la memoria perdida
El álbum debut de los New York Dolls en 1973, producido por Todd Rundgren, es considerado uno de los mejores de todos los tiempos. Sin embargo, Johansen admitió que no recordaba nada del proceso de grabación, solo la imagen de las luces en el tablero de control, debido a su preponderancia en re-aprender las canciones para poder tocarlas. «Recuerdo que tuve que sentarme a escuchar la música y escribir las letras para aprenderlas,» explicó. La razón, según él, era que, a pesar de haber escrito y cantado esas canciones muchas veces, había pasado mucho tiempo y ya no eran una segunda naturaleza.
Malentendidos y ansiedades
Johansen siempre sintió que el éxito del grupo fue malinterpretado. Para él, su intención nunca fue la de hacer música con fines comerciales, sino de participar en una revolución artística en el East Village de Nueva York, conectando con la comunidad avant-garde. La relación con esa escena y esa autenticidad era más significativa que cualquier éxito comercial.
El problema de las adicciones también jugó un papel crucial en su historia. Sylvain Sylvain habló en 2006 sobre cómo la heroína destruyó la banda y amargó la vida de sus integrantes. Johansen también abordó este tema en varias entrevistas, reconociendo que las adicciones generaron un ambiente insostenible, y que algunos de los miembros estaban más interesados en las drogas que en tocar música.
Una separación inevitable
La banda se disolvió en 1977, con Johansen explicando que, aunque las adicciones fueron un factor, también existían otros motivos. Sylvain sugirió que Johansen quería enfocar su carrera en proyectos independientes, y que esa búsqueda de un éxito no tradicional fue difícil de manejar.
La máscara y el escape
Johansen también creó un alter ego, Buster Poindexter, para explorar un estilo diferente. En una entrevista, explicó que esta era una forma de liberarse, de hacer algo completamente distinto, y que en su momento, disfrutaba esa libertad. Sin embargo, cuando su trabajo con Buster empezó a recibir radio y éxito, sintió que perdía esa seguridad, esa libertad que tanto valoraba. Finalmente, se dio cuenta de que esa identidad se había convertido en una cárcel artística.
El éxito y la aversión
El único éxito en solitario de Johansen fue la canción «Hot Hot Hot», que casi alcanzó la cima en las listas de Billboard. A pesar del reconocimiento, Johansen odió esa canción, describiéndola como «la plaga de mi existencia». La había escuchado en el Caribe y pensó que sería una versión divertida, pero al final se convirtió en la principal referencia de su carrera, eclipsando otros trabajos y proyectos musicales.
El último sobreviviente y las pérdidas
Con la muerte de Sylvain Sylvain en 2021, Johansen se convirtió en el último miembro original vivo de los New York Dolls. La pérdida de sus compañeros le recordó la inevitable realidad de envejecer y perder a quienes tanto impactaron en su vida y carrera. En 2011, Johansen expresó que prefería no pensar demasiado en ello, y en 2025, enfrentó serios problemas de salud: fue diagnosticado con cáncer, sufrió un derrame y sufrió múltiples complicaciones médicas, incluyendo un tumor cerebral y una caída que lo dejó postrado.
Johansen falleció el 28 de febrero de 2025, rodeado de homenajes de artistas como Debbie Harry, Axl Rose, Billy Idol y muchos otros. A lo largo de su vida, siempre buscó ser fiel a sí mismo y dejó un legado que revolucionó la música y la cultura en Estados Unidos y más allá.