Se dice que uno nunca debería conocer a sus héroes porque seguramente terminarán decepcionándolo. Pero, ¿y si tu héroe es la persona que te crió, un hombre al que no tuviste opción de conocer y que, sin embargo, llegaste a amar? Esa fue la situación de Kerri Rawson, quien describe a su padre como «el sombrero blanco, el bueno, el que salvó el día, el héroe. Mi héroe». Cuando Rawson supo por primera vez que su héroe en realidad era un asesino en serie que obtenía placer sexual torturando a sus víctimas, el impacto fue demasiado para ella. Sufrió insomnio, tensión en el pecho y lloraba sin control en la iglesia, sin poder trabajar.
El padre de Rawson era Dennis Rader, conocido como el asesino BTK, siglas que significan «ataduras, torturas, muertes» en inglés. Durante 27 años, Rader asesinó a 10 personas, entre ellas una mujer que vivía en la calle de al lado. Rawson incluso conoció una de sus víctimas personalmente. Rader admitió a las autoridades que tal vez le había regalado a su hija algunas joyas de la mujer asesinada. De repente, cada capítulo aparentemente inocente de la infancia de Rawson se volvió oscuro y turbio.
Una alma torturada
Para cuando Kerri Rawson vino al mundo, su padre ya había asesinado al menos a siete personas, según informó ABC. Al reflexionar sobre aquella horrible realidad, ella declaró a 20/20: «Mi papá asesinó a una joven cuando mi madre estaba embarazada de tres meses de mí. Eso me convierte en víctima de un crimen, porque vivo con un criminal.» Tenía aproximadamente 7 años cuando Rader mató a su vecina, Marine Hedge. Y alrededor de los 13 años cuando cometió su última víctima.
The Detroit News informa que Rader disfrutaba del terror y la atención mediática que generaban sus crímenes. Escribía cartas a reporteros y policías, y se quejaba de que sus asesinatos merecían mayor difusión. Incluso describía sus crímenes en detalles gráficos solo por diversión. A veces contestaba a las amenazas por teléfono. Su afán de llamar la atención fue su perdición, cuando envió a las autoridades una carta con un diskette que contenía pistas clave sobre su identidad.
Rawson no conoció el terrible secreto de su padre hasta 2005. En ese entonces, ella ya estaba casada y trabajaba como profesora suplente en Michigan. Su padre la había ayudado a mudarse allí. Un día, un agente del FBI llegó a su puerta y destruyó toda su realidad. Aproximadamente un año después, ella fue diagnosticada con trastorno por estrés postraumático. Rawson fue hospitalizada por náuseas y dolor abdominal, incapaz de lidiar con ese recuerdo. Logró sobrellevarlo mediante terapia y buscó catarsis escribiendo su memoria, titulada Hija de un asesino en serie: Mi historia de fe, amor y superación.