¿Cuál es la diferencia entre templos y santuarios japoneses?

Ciencia
Japón

En Japón, la coexistencia de tradiciones antiguas y modernas crea un país de contrastes evidentes. Tradiciones pacientes y ritualísticas, como la ceremonia del té, se yuxtaponen a la vida nocturna vibrante y glamorosa del centro de Tokio. Un diseño minimalista y austero convive con las paletas de colores brillantes de la cultura «kawaii» de Harajuku. La historia de guerreros samuráis, armados con espadas, contrasta con las legiones de viajeros diarios en tren, vestidas con trajes idénticos, que representan la vida urbana. Entre tanta diversidad, en cada ciudad y pueblo, se alzan templos y santuarios que reflejan la profunda herencia religiosa de Japón.

Incluso sin que los viajeros lo noten en su ajetreo diario, son las tradiciones del sintoísmo y el budismo las que unen las distintas caras culturales del país. La historia de Japón, mayormente homógrafa e insular, ha sido relativamente aislada durante siglos, lo que ha fomentado un comportamiento social coordinado y expectativas compartidas. Hoy en día, aunque la población extranjera aumenta, todavía representan solo un 3% del total, según Statista.

Al desplazarse por Japón, muchas personas se detienen en uno de los 160,000 santuarios (Shinto) o templos (Budistas). Los santuarios, que parecen pequeñas casas de espíritus, se encuentran escondidos tras rascacielos o en rincones de jardines domésticos, esperando recibir plegarias. Los templos, en cambio, se elevan imponentes, invitando a los visitantes a detenerse, reflexionar y mirar hacia adentro. Ambos representan tradiciones diferentes, pero coexisten en armonía.

Santuarios para los espíritus del shintoísmo

Los japoneses sienten que los espíritus habitan en todos lados: en árboles, ríos, pequeños trozos de tierra o en las altas cumbres nevadas del Monte Fuji. Todo está vivo y debe ser agradecido. Esta creencia, conocida como «animismo», se comparte con muchas culturas indígenas, como la de los nativos americanos, según el Dialogue Institute. En Japón, esta reverencia por la naturaleza se llama «Shinto».

Los santuarios «jinja» son lugares donde se alberga un espíritu específico, otorgándole un espacio de respeto. Un ejemplo es el Izumo Taisha, considerado el templo más antiguo del país, construido en los años 700 y dedicado a la deidad creadora Okuninushi no Okami. En su acceso, hay puertas «tori» que simbolizan la entrada a un espacio sagrado, un lavadero para purificación, tablas de madera con deseos de los visitantes, estatuas de zorros guardianes (que en otros santuarios pueden ser perros o leones), entre otros elementos. La visita típica implica acercarse, aplaudir dos veces, inclinarse y rezar antes de continuar con el recorrido.

Aunque estos rituales parecen formales, es importante aclarar que el shintoísmo no se considera una religión en el sentido doctrinal occidental. Más bien, es una tradición basada en sentidos y sentimientos que se ha ido formalizando con el tiempo.

Templos para rendir homenaje al Buda

Contrario a los santuarios, los templos budistas provienen de una creencia importada, que llegó a Japón desde China, pasando previamente por India y Corea. Según la BBC, el budismo llegó a Japón en el siglo XII, enriquecido con elementos taoístas y confucianistas. La versión japonesa, conocida como «Zen», es una fusión cultural de estas influencias.

Los templos, distintivos por su arquitectura más elaborada, techos amplios y edificios complementarios para monjes, se diferencian de los santuarios en su ornamentación y tamaño. La entrada suele ser a través de una puerta llamada «sanmon», que en muchas ocasiones alberga estatuas guardianas humanas y feroces. Los visitantes, en lugar de aplaudir y doblar rodillas, hacen sonar una campana para anunciar su llegada a los dioses. Dentro, los templos suelen estar llenos de decoraciones doradas, estatuas de Buda y objetos de adoración.

Un ejemplo destacado es el Templo Senso-ji, en Asakusa, Tokio, uno de los más famosos del país. Suele recibir visitantes durante todo el año, especialmente en Año Nuevo, para comenzar el año con buena fortuna.

Ambos lugares, santuarios y templos, reflejan la profunda espiritualidad y el respeto por las tradiciones que permean la cultura japonesa, coexistiendo en un delicado equilibrio.

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