Una de las características más destacadas de la Edad Media es el uso frecuente de la tortura. Se empleaba para obtener información, castigar sospechosos, satisfacer a los torturadores y más (según Medieval Warfare). La palabra tortura proviene del latín torquere, que significa retorcer, lo cual tiene sentido, ya que muchos métodos medievales se centraban en torcer extremidades y ligamentos. Aunque hoy en día la tortura está considerada un acto inhumano y tabú, en la época medieval se veía como legítimo y necesario.
Al ser una sociedad basada en valores cristianos, cualquier desviación de la voluntad de Dios era prohibida. Aquí es donde entra en juego el método de tortura conocido como strappado. Utilizado para torturar brujas, herejes y otros durante la Inquisición, el método es sencillo pero igual de brutal que cualquier otra máquina o dispositivo (Medieval Chronicles). Todo lo que se necesitaba era una polea, una cuerda, una viga o algún tipo de gancho (Science Source). El resultado era un proceso aterrador que causaba un dolor inimaginable.
Tres variantes de la tortura strappado
En su forma más simple, la tortura con strappado consistía en atar las manos de la víctima detrás de la espalda y suspenderlas en el aire con una polea (Medieval Chronicles). En la segunda variante, el método era casi igual, pero se añadían una serie de caídas, lo que aumentaba tanto el dolor como las lesiones (Medieval Warfare). En la última variante, llamada squassation, se colocaban pesos en los tobillos de la víctima, causando dolor en los brazos y posiblemente dañando también las piernas y las caderas.
Independientemente de la variante utilizada, los resultados y el dolor intolerable eran similares (History Collection). Los hombros y brazos solían dislocarse, y con pesos en los tobillos, las piernas también podían sufrir dislocaciones. Aunque el método no causa lesiones externas visibles, sí puede dañar nervios y ligamentos. La tortura no solía durar más de una hora, ya que la víctima podía morir (Science Source). Si la muerte no era el objetivo final, se podían causar daños irreparables, como parálisis o pérdida de sensibilidad en los brazos.
El método del strappado también es conocido como suspensión de reserva. Se dice que fue utilizado en Niccolò Machiavelli y Girolamo Savonarola. Según el museo Auschwitz-Birkenau, también se empleó en campos de concentración para castigar a los prisioneros durante la Segunda Guerra Mundial.