Minnesota fue el primer estado en legalizar este inusual método de cremación
En Estados Unidos, se estima que 352 personas mueren cada hora, lo que equivale a unas 8,460 muertes diarias. Los cadáveres no dejan de llegar, y las personas encargadas de su disposición deben hacerlo de manera respetuosa. Aunque las opciones tradicionales son enterrar o incinerar, existe un método alternativo conocido como «aquamación» o hidrolysis alcalina.
Este método alternativo de cremación se promociona como una opción más ecológica, ya que utiliza entre un 80 y un 90% menos de energía que la cremación con llama y no emite dióxido de carbono, un gas que contribuye al cambio climático. La aquamación es una forma de cremación menos conocida y comprendida, pero el resultado final es el mismo: lo que queda de un cuerpo son huesos y dientes triturados. Hasta enero de 2025, esta práctica era legal en 28 estados, siendo Minnesota el primero en legalizarla en 2003.
Aunque en ese estado se legalizó, pasaron otros tres años antes de que la primera funeraria adquiriera el equipo necesario para realizar aquamación. Aunque Minnesota fue pionero en su aprobación, parece que no hubo muchos interesados, ya que, según la Asociación de Cremación de Norteamérica (CANA), fue en 2011 cuando las primeras funerarias en Florida y Ohio comenzaron a utilizar este método. En los años siguientes, la aquamación ha ido ganando lentamente aceptación en EE.UU.
«Como un parto invertido»
La aquamación fue patentada por primera vez en 1888, inicialmente para convertir restos animales en fertilizante. En 1993, la Albany Medical College empezó a usar hidrolyisis alcalina para restos humanos en sus cadáveres donados. Durante la siguiente década, se convirtió en el método estándar para desechar cuerpos donados en hospitales y universidades médicas. En 2003, Minnesota fue el primer estado en aprobar legalmente su uso para seres humanos.
Este proceso se describe como una especie de descomposición acelerada, equivalente a lo que pasaría en una sepultura, pero mucho más rápido. Funciona colocando un cuerpo en una cámara metálica cilíndrica, que se cierra herméticamente y se llena con un 95% de agua y un 5% de productos químicos alcalinos como hidróxido de potasio o sodio. La cámara actúa como una olla a presión, alcanzando temperaturas entre 199 y 302 grados según la CANA. La presión y el calor, a veces acompañados de un leve movimiento, disuelven suavemente la carne, dejando solo huesos.
«El agua fluye de un lado a otro sobre la persona, de manera constante,» explica el director funerario de California, Francisco Rivero, al Santa Cruz Sentinel. «El cuerpo sale en agua, y en agua entra. Es como un parto invertido.» Cuando la carne desaparece por completo, el líquido restante, llamado «efluente», es una mezcla estéril de aminoácidos, péptidos, azúcares y sales. No contiene ADN y generalmente se libera en el sistema de aguas residuales como cualquier otro líquido.
La aquamación va ganando terreno lentamente
El tiempo que tarda en descomponerse un cuerpo mediante aquamación depende del tamaño y del equipo, pero suele variar entre tres y dieciséis horas. Una vez finalizado, se dejan secar los huesos para luego molerlos en la cremulatora y obtener cenizas en forma de polvo. Curiosamente, la cantidad de restos cremados es entre un 20 y un 30% mayor, ya que durante el proceso no se pierden fragmentos por la combustión.
Otra diferencia respecto a la cremación tradicional es que los marcapasos, en ocasiones, explotan durante esta, pero en la aquamación no hay ese riesgo, por lo que no hace falta quitarlo, lo que puede reducir el costo. En cuanto al precio, la aquamación suele ser comparable a la cremación convencional, aunque puede ser un poco más costosa, pero sigue siendo mucho más económica que un entierro completo.
En 2021, 18 años después de su legalización en Minnesota, Barbara Kemmis, directora de CANA, estimaba que menos de 2,000 de 2 millones de cremaciones en todo el país se habían realizado mediante aquamación, aunque señalaba que esta práctica crecía más rápido que la cremación convencional. «Desde 1876, cuando se realizó la primera cremación con llama, tomó cerca de un siglo alcanzar una tasa del 5% en EE.UU., y menos de 50 años más tarde, en 2016, alcanzaba el 50%.»